Ubicada en el norte de Italia, a medio camino entre Verona y Venecia, se encuentra la ciudad de Vicenza. Mundialmente conocida por un casco antiguo, coqueto y muy bien conservado, así como villas de fama mundial diseñadas por el arquitecto Andrea Palladio. Vicenza es, junto con el Teatro Olímpico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En esta preciosa «postal» Mastersound fabrica sus amplificadores de válvulas de muy alta calidad. Al igual que muchas otras compañías en la industria del audio italiano, Mastersound es más una fábrica familiar que una empresa industrial. Formados en el concepto de la artesanía tradicional purista, investiga y fabrica sus productos con carisma, cariño y altas dosis de honradez. Todos los dispositivos se desarrollan y producen en las novísimas instalaciones de Arcugnano. La compañía fue fundada a principios de la década de 1990 por Cesare Sanavio, ingeniero de amplio bagaje profesional en Sudamérica. Con el tiempo, sus hijos Lorenzo y Luciano tomaron el timón de la empresa y con esfuerzo y buen hacer han conseguido posicionar la empresa en el competitivo negocio del audio.
Basados en sus muchos años de experiencia, además de la clásica tecnología de circuito de un solo extremo sin retroalimentación negativa en combinación con los transformadores de salida internos, los amplificadores Mastersound se caracterizan por otras particularidades de diseño propias. Todos los chasis están hechos de placas de acero no magnéticas de alta calidad. Los botones de control son de metal sólido y los dispositivos se conectan a través de robustas tomas cinch, que se atornillan por separado a la carcasa; pero donde realmente Mastersound destaca es el desarrollo exhaustivo y continuado del bobinado de sus transformadores de salida.
El bobinado de un transformador de salida hay que entenderlo como todo un ARTE, al alcance de pocos. Luciano, ingeniero jefe de la casa, lo domina con una maestría y constancia difícil de creer. Cuando se escucha un Mastersound se entiende lo de MAESTRÍA DEL SONIDO.
Saludos cordiales.
Blas Oliva